Título: Control
Autoras: Kim Pritekel & Alexa Hoffman
Título Original: Control
Argumento
Garrison Davies es una piloto en Massachusetts y trabaja con su padre en una pequeña operación de carga, cuando una situación difícil lleva a dos niñas a su casa. Keller Mitchum ya ha vivido toda una vida en 17 años. Plenamente responsable de su hermana Parker de 5 años, Keller ha visto y experimentado cosas en la vida que solo deberían leerse en los libros. ¿Podrá Garrison atravesar las defensas de Keller y ayudarla a recuperar el control? Contiene algo de abuso infantil, pero nada explícito.
Opinión
Garrison Davies fue adoptada con solo un año, por una pareja con ya algunos años. Su padre, Frank Davies, le enseñó a volar desde los 10 años. Ahora a sus 24 trabajan juntos en una pequeña empresa de carga que poseen. Al morir su madre, su padre decide mudarse y Garrison conserva su casa de infancia, la cual comparte con sus dos amados perros. Está contenta con su manera de vivir, es piloto, trabajo que ama, tiene sexo ocasional con una chica de New York ¡Que más se puede pedir! Pero a veces, la vida que llevamos puede cambiar de un momento a otro.
Keller Mitchum, alta, bronceada, de cabello largo y oscuro, delgada para sus 17 años. Trabaja como conserje en el hangar de la compañía Davies Cargo. Poco sabemos de esta chica, hasta que sale a la luz todo lo difícil que le ha tocado vivir en sus pocos años.
—¿Qué demonios? —murmuré, frenando la camioneta aún más. Se quedó de pie, sin darse cuenta de que mi vehículo se movía hacia ella. La observé cuidadosamente sobre mi hombro mientras me acercaba. Se tropezó con una roca muy pequeña, casi perdiendo el equilibrio. Tropezó con una rodilla, con la cabeza colgando. La camioneta se detuvo bruscamente y yo salté. Corriendo por el frente, los rayos de los faros rebotaron en mi sección media, la alcancé—. Oye. —Me arrodillé a su lado, con las manos sobre los hombros. Ella me miró y lo que vi casi me deja sin aliento. La cara de Keller era un desastre. Una masa de moretones lamía el lado izquierdo de su cara, y parecía como si su ojo izquierdo estuviera hinchado, pero tenía esas malditas gafas de sol puestas.
Me puse de pie, haciendo lo mejor que pude para ayudar a esta chica. Estaba tan inestable, perdiendo el equilibrio constantemente, y casi cayendo al suelo más de una vez. El pánico se instaló en mi interior, ya que no tenía ni idea de qué hacer aparte de llevarla al hospital.
»Vamos, Keller. Está bien. —Respiré cuando finalmente conseguí que se pusiera de pie. Agarré la manija de la puerta de la camioneta, y sosteniéndola contra mí para mantenerla en pie, abrí la puerta de un tirón, casi nos derriba a las dos con ella—. Bien, Keller. Levántate, cariño. —Le susurré al oído. Todo su cuerpo temblaba, y no estaba segura de por qué. Estaba aterrorizada por ella. Demonios, estaba aterrorizada por mí. No sabía nada de la extensión de sus heridas, pero por la forma en que estaba reaccionando, debían ser malas. ¿Qué demonios le había pasado?
Al caer en el asiento del pasajero, fue difícil ponerle el cinturón de seguridad a la chica. Finalmente, gracias a Dios, la cosa se encajó en su lugar, y me apresuré a rodear la camioneta, golpeando el capó como lo hice, y luego me subí, maldiciendo mientras mi cadera me recordaba mi descuido.
Poniendo la camioneta en marcha, y luego girándola, en mi prisa y miedo, traté de ponerla en marcha de nuevo, y nos fuimos. Mirándola, me di cuenta de que cuando vomitó, parte de ella había acabado en la parte delantera de su camisa.
¡Jesús!
Estaba llena de sangre.